lunes, 13 de abril de 2009

Un momento, sólo uno

Decidí salir a pasear para airear mis pensamientos y a respirar el aire solitario y misterioso de la noche. Podía oír mis pasos, sonido que un poco me asusta cuando la calle está en silencio;y río nerviosa. Mi respiración es más fuerte y mis músculos se tensan a causa de la fría brisa.

Se presenta una bella noche: grillos como banda musical, estrellas que espían la pobre situación de una muchacha sola, en una plaza, de noche. La luna me saluda con una sonrisa picaresca desde el cielo negro y el vaivén de las hojas que danzan al movimiento que el viento dicta.

A solas con mis pensamientos me sorprende una sombra entre los árboles. Espero. Avanza. Se vuelve más clara. Espero. Los pasos de la sombra se detienen a pocos metros de mí.

¿Será él? "Al fin encontré a mi sirena varada, cantando bellas canciones para sí, como si en verdad nadie las oyera. ¿Sabes que yo las escucho? Poseen muy linda voz y una boca que sabe exquisita".

Y era cuestión de segundos para que mi cuerpo, espontáneo y sin reglas, se acercara a besarlo y tocar su cuerpo compuesto de tan poéticas palabras que supieron avasallarme de cantos.

Para encontrar nuestra frecuencia bastó sólo unos pocos segundos, haciendo que nuestros labios entonen y se encuentren para crear palabras nuevas y besos diferentes.

Sus dedos empezaron suavemente por mi mejilla, dibujando un espiral de rosas, luego bajaron hacia mi labio inferior. Lo besé, lo miré y le hablé con mis ojos, mis pestañas y mi sonrisa. Me besó. Volvió su mano a pasear por mí, esta vez acariciando mi cuello, hombro, pecho, cintura para terminar encontrándose sus dedos con los míos.
Y las estrellas se duermen aplaudiendo.

01/02/09

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