jueves, 27 de mayo de 2010

Día nublado. El cielo gris y blanco. El sol escondido por las nubes, el frío en la calle, el viento que menea las hojas secas de los árboles, los paraguas aguardando en los codos de la gente para abrirse y empaparse de lluvia.

M. está en su casa, leyendo y escuchando música. Sola. No, sola- sola, no. Está su perro S. durmiendo y roncando. M. mira por el ventanal: día nublado. El cielo gris y blanco. El sol escondido por las nubes, el frío en la calle, el viento que menea las hojas secas de los árboles, los paraguas aguardando en los codos de la gente para abrirse y empaparse de lluvia.

Prende un cigarrillo y mira otra vez por el ventanal.

Tiempo.

Fija su vista en un moño que hay en las rejas del balcón. Fija la vista más y más; concentración. Todo se convierte figuras oscuras, objetos a contraluz; y el cielo: blanco.

Ups, ceniza.

Una pitada. Sale el humo de su boca con un sonido suave.

Pone el cigarrillo ante sus ojos, y ve el espejismo del calor.

Una paloma, allá, allá a lo lejos. Y M. piensa “me gustaría volar”.

Tiempo.

Ups, ceniza.

Una pitada. Sale el humo de su boca con un sonido suave.

M. cierra los ojos.

Piso de madera, luz redonda y amarilla. Y M. baila. Sus manos dibujan la germinación de una planta: movimientos pequeños, brota chiquita y despacio y crece, crece un poco más y florece. Abre sus pétalos. Fotosíntesis. Se seca y cae, cae chiquita y despacio y cae.

M. abre los ojos.

Ups, ceniza.

Una pitada. Sale el humo de su boca con un sonido suave y extenso.

Tiempo. Mira el ventanal, el cielo, la reja, el moño, otra paloma.

Se apagó.