martes, 22 de diciembre de 2009

Momento de escritura bazofia

- ¡Momento!
- ¿Qué?
- Pero ¿es que no sabes?
- Y, ¿qué tengo que saber?
- Que estas hablando con vos misma
- Ah, sí. Está mal?
- No, es normal, pero ¿sabes a dónde vas a llegar?
- No. Muy bien. Solo escucho el ruido del camión de basura, y el partido de fondo, y King Crimson...
- ¿Quién?
- Música.
- ¿Quién?
- Vamos, ya no quiero más. Una moneda trucha no va a hacer que nos salve la noche... porque es trucha.
- ¿Quién?
- No te puedo decir.
- Dale...
- No te puedo decir.
- Mpf...
- Jodéte.
- ¿Quién?
- Vos. ¿no sabias?
- ¿Y qué tengo que saber?
- Que la luna, para mí tiene cara de hombre triste y solitario, pero sin embargo no puedo dejar de llamarla “la” luna.
- Es andrógina.
- Andrógino.
- Andrógina.
- Sí, y puedo escuchar a las gaviotas. Y al mar. Y un eco fantasmal que me eriza la piel, pero sin embargo me estremece gustosa.
- ¿Estas...?
- ¿Qué?
- Nada, nada.
- Ya lanzaste la piedra.
- ¡Te dije que nada!
- Vamos, ya no quiero más. Una moneda –
- No me vengas con eso otra vez. Ya te dije reiteradas veces que a mi no me gusta que me hables así. Me siento chiquita, pulgarcita, pero sin final feliz. Y rara, pisando un cemento que se me asemeja a arenas movedizas. Y no está bien, y no me siento bien. Me duele el vientre y los ojos y la nariz se me paspa y no me siento bien. Y cuando agarro una flor para poder admirar su belleza y oler su perfume, se marchita en mi llanto. Y no me siento bien. Me siento encerrada de mi propio mal. Quisiera -
- Perdón, ¿qué dijiste?
- Que se me cortó la uña.
- Tomá la moneda trucha, para ver si te podes comprar curitas.
- Es verdad.
Y me lastimé igual.

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